lunes, 19 de marzo de 2012

DEL DIBUJO A LA FALLA

Amy Winehouse del boceto al ninot

 Cuando era pequeño me apasionaban las fallas, no la fiesta en sí ni tirar petardos, a mí lo que me encantaba eran los monumentos. Cada año mis padres me planificaban las rutas de los cuatro días de fiestas y veíamos tantas fallas como nos era posible. No recuerdo exactamente cuántas éramos capaces de ver pero sí que poníamos una marca en los bocetos de la revista "El turista fallero" sobre cada una de las fallas vistas. Hay que aclarar que una falla era considerada "vista" si se le había dado la vuelta completa. De esas largas caminatas sobre el mapa de Valencia me ha quedado un práctico conocimiento de los nombres de calles y de aquéllas con las que se cruzan sólo por el hecho de que ahí plantan una falla. 
 Esta afición infantil y algo obsesiva también se plasmaba en innumerables dibujos de fallas diseñadas por mí y en otras que realizaba en el suelo de mi cuarto con juguetes y, cuando mi madre no estaba, añadía a mis creaciones relojes y figuras de decoración de la casa. No era un simple apilamiento de juguetes y muñecos en equilibrio, cuando yo hacía o dibujaba una falla, tenía siempre una idea en mente y un tema en el que basar mi particular monumento. De ahí que durante un tiempo, a la típica pregunta de "¿Qué quieres ser de mayor?" yo respondía: "constructor" de fallas... En vez de artista fallero que es más apropiado. Esto tampoco es muy relevante porque en otra temporada me dio por decir que quería ser cobrador de peajes, supongo que lo relacionaba con viajes de verano con mis padres e imaginaba que eran personas que iban siempre de aquí para allá.
 El caso es que cuando me enteré que mi hermano Santi (dibujante, pintor y artista al fin y al cabo) iba a diseñar una falla infantil para las fiestas de este año me hizo especial ilusión. Es cierto que nunca una falla sale exactamente igual que en el dibujo planteado pero creo que el artista Guillermo Rojas ha hecho una buena falla a partir del boceto de mi hermano. Esta falla infantil que arderá irremediablemente esta noche, trata sobre la música y los artistas más importantes de los últimos años, con especial mención a los que nos han dejado más recientemente.Una simpática creación donde en más de un "ninot" se puede apreciar el estilo de mi hermano. Espero que el próximo año vuelvan a colaborar... desempolvaré de mi azotea mental viejas ideas infantiles por si les puede servir de ayuda.



lunes, 12 de marzo de 2012

CARCAJADAS TERAPÉUTICAS

ANTES

 Mi amiga Nuria quería que la  celebración de su 35 cumpleaños fuera diferente y planificó una apretada agenda de actividades desde la mañana hasta altas horas de la noche. Algo así como una boda gitana pero en versión aniversario treinteañero. La primera cita era nada menos que una sesión de una hora de risoterapia en una academia de teatro de Russafa. La verdad es que no sabíamos muy bien con qué nos íbamos a encontrar y si iba a ser algo divertido o más bien una chorrada.
 Dicen que la risa es un divertimento de lo más sano, que produce endorfinas,  ejercita multitud de músculos, elimina toxinas, oxigena el cuerpo o libera tensiones cervicales... También dicen que genera arrugas en el rostro, pero eso no me preocupa tanto, ya que estoy acostumbrado a que siempre me echen mas años de los que tengo.
 Las risoterapias consisten en una serie de juegos entre los participantes con el propósito de mantener al personal en un estado de diversión y dinamismo continuo. Reír, nos reímos y mucho, pero tenemos que admitir que somos un grupo de amigos que se presta a ello. No nos costó nada entrar en el juego y hacer todo tipo de payasadas en el mejor sentido del término, desde imitar y contagiarnos la risa a poner música a nuestros problemas. No pude evitar pensar en personas que conozco para las que una risoterapia sería un suplicio, pero no era el caso de ninguno de los que allí nos reunimos. Además, creo que la monitora se divirtió mucho con nosotros y nuestras ocurrencias.
 No creo que tuviera el mismo resultado con otros grupos de gente que no se conocen entre sí o entre los que no hay confianza. Hay algunos jefes que se empeñan en que sus empleados acudan a este tipo de eventos y no siempre sale bien.
Al finalizar la sesión, que tuvo momentos desternillantes que no voy a describir aquí, nos quedamos como si hubiéramos estado haciendo ejercicio durante una hora: cansados, sudados y muy relajados y contentos, es decir, que en cierto modo, la experiencia funciona. Alguno que otro se quejó de mandíbula dolorida, un efecto secundario de la terapia.  La jornada continuó con la mascletà, comida en un restaurante y tras unas horas de descanso, retomamos la fiesta por la noche hasta que el cuerpo dio de sí. Desde luego, un cumpleaños original y diferente, así que muchas gracias Nuria por la gran idea que tuviste.

DESPUÉS


sábado, 3 de marzo de 2012

SOLO EN EL CINE


Hay gente que se echa las manos a la cabeza si le digo que, a veces, voy al cine solo. Es que como si les pareciera triste, pero a fin de cuentas voy a ver una película  y para eso tampoco hay mucha necesidad de ir con alguien. Evidentemente, siempre será más agradable ir en compañía, pero hay películas interesantes que duran poco en cartel u otras en las que tendrías que arrastrar y convencer a la gente para ir a verlas. Si a eso le añadimos que, aunque sea usuario del pirateo y del DVD, para mí no hay nada como ver el cine en una sala con su gran pantalla, me declaro defensor de ir, de tanto en tanto, al cine solo.
 Así que nadie me mire con lástima, ni piense que esta actividad supone "sentirse solo" porque no es así. De hecho, su soledad tiene el mismo alcance que la de ir a correr o hacer la compra, sólo que mucho más divertida. 
 Durante todos estos años que he ido al cine conmigo mismo, siempre he fantaseado con la idea de acudir a una sala y que no hubiera nadie más que yo. Parece una tontería pero el hecho de que se proyecte una película en semejante pantalla para mí y sólo para mí es como el colmo de la cinefilia. La pantalla y yo, los actores y todo el equipo técnico y artístico de una película dándolo todo para un servidor, unidos por un cable invisible desde mi butaca, en un estado cercano a lo divino, a una experiencia mística.
Hace años casi lo consigo, era una temprana sesión de tarde (la mejor y más silenciosa para ir solo) y la proyección empezó sin que hubiera nadie más que yo en una centrada butaca. Con lo títulos de crédito de la película empezados, alguien chocó con mis piernas. Era una pareja que buscaba sitio a oscuras y no se les ocurrió otra idea mejor que sentarse a mi lado durante toda la película, teniendo toda la sala para elegir. Aunque resultó incómodo, por lo menos acudieron como yo a no hacer nada más que ver una película. Si la memoria no me falla fue "Cosas que nunca te dije" de Isabel Coixet en 1996.
Desde entonces, nunca he estado tan cerca de cumplir ese particular deseo... Hasta el otro día.
 El lunes de la semana pasada, después de trabajar por la mañana y dejarlo todo preparado para el día siguiente, me encontraba demasiado perezoso para ir a correr y la pila de exámenes por corregir era bastante asumible. Me apetecía ir al cine, y como afortunadamente no tengo esa necesidad de ir acompañado cuando tengo ganas de una ración de pantalla grande, fui a los multicines más cercanos. Una vez dentro de la sala, me di cuenta que era el único, sabía que la película (Mi semana con Marilyn) no era una revienta taquillas, pero me sorprendió un poco la nula afluencia de público. Empezaron los anuncios y allí no entraba nadie, incluso pensé la absurda idea de que me devolverían el dinero al no compensarles proyectar la película para una sola persona. Lógicamente no fue así, la película empezó y me di cuenta que esta vez sí que iba a vivir el momento de estar solo en el cine. Poco a poco me fui relajando y metiendo en la historia que me contaban, incluso me permití poner los pies en la butaca de delante para vivir más cómodamente la experiencia. Lástima que la película fuera normalita porque si no, creo que hasta hubiera levitado. Salvando las distancias, me sentí tan a gusto como Jacques Perrin en la inolvidable escena final de "Cinema paradiso" aquella en la que Salvatore ve el rollo de película con todos los besos censurados del cura de su pueblo mientras suena la emotiva música de Morricone.

Jacques Perrin emocionado en Cinema Paradiso

Al volver a casa feliz y contento como siempre que salgo del cine, vi sobre la mesa el montón de exámenes por corregir que me esperaba pacientemente y me dediqué a ellos un rato. Mientras cenaba, me enteré de algo que si no fuera agnóstico pensaría que es una mismísima señal de origen divino enviada desde el olimpo de los cineastas: esa misma noche en La 2 emitían "Cinema Paradiso". Así que me acomodé en el sofá, puse los pies sobre la mesita de delante y volví a vivir la mágica experiencia de sentir el cine.