El fin de semana pasado hicimos una intensa visita a La Rioja. Lo de intensa no es desacertado, en menos de 43 horas nos recorrimos la zona norte de la región y el sur de Álava. Con la base de operaciones en Haro, donde vive y trabaja mi prima Clara, visitamos Laguardia, Elciego, Briones, Santo Domingo de la Calzada, también el monasterio de San Millán de la Cogolla y el museo del vino. Además de la belleza del paraje, disfrutamos de un divertido fin de semana de desconexión y un auténtico festín a nuestro paladar.
De entre las anécdotas vividas hay un par que me gustaría destacar: la primera, aunque es bastante tonta, me hizo gracia porque fue uno de los "apasionantes" temas tratados en Cuarto Milenio. Volviendo de la Ermita de Santa María de la piscina, cerca de San Vicente de la Sonsierra, hay una cuesta en la que con el coche parado en su comienzo, se observa claramente que es una ligera pendiente hacia arriba. Pues bien, lo que resultó digno de la "nave del misterio" es que si pones el coche en punto muerto, en vez de bajar retrocediendo por la gravedad, el coche empieza a subir poco a poco por la cuesta. El efecto resultante es curioso y supongo que será debido a algún tipo de ilusión óptica que un entendido en la materia podría explicar a la perfección.
El coche subiendo "solo" por la cuesta encantada
Imagino también que si hay que llenar minutos del programa de Íker Jiménez y que al no quedar abandonados hospitales de tuberculosos donde grabar más psicofonías, es mucho más jugoso hacer referencia al hallazgo que hay a pocos metros de la cuesta encantada. Se trata de una necrópolis antropomórfica datada entre los siglos X y XIV. Así que quizás los espíritus de los antiguos habitantes de la zona trataron de atraer nuestro coche para que no pudiéramos abandonar la zona... Lo que ocurre es que la potencia del coche de mi prima está calibrada a prueba de fuerzas del más allá.
La necrópolis, donde claramente se observa a uno de los difuntos llamando nuestra atención.
El segundo misterio es de otra índole, se trata de la leyenda popular del milagro de Santo Domingo de la Calzada:
"Un matrimonio alemán y su joven hijo, Hugonell, se dirigen en peregrinación a Compostela. Al llegar a Santo Domingo se hospedan en un mesón. La hija del posadero se enamora del joven, pero al no ser correspondida decide vengarse ocultando una copa de plata en el equipaje del joven. Cuando éste abandona la ciudad, la muchacha denuncia el robo. Al ser capturado, se encuentra la copa entre sus pertenencias por lo que es acusado de robo y condenado a la horca.
Al día siguiente sus padres acuden a ver el cuerpo de su hijo y sorprendentemente, lo encuentran vivo. El chico les dice que Santo Domingo le ha conservado la vida. Los padres, acuden al corregidor de la ciudad a contar lo sucedido, pero éste, escéptico, comenta que el joven está tan vivo como el gallo y la gallina asados que se dispone a comer. Al instante, las aves recuperan las plumas y la vida, dando fe al portentoso milagro"
En la torre de Santo Domingo de la Calzada
La historieta en cuestión sirve de reclamo turístico en forma de un sinfín de souvenirs protagonizados por gallos y gallinas para que así todo el mundo recuerde que ha pasado por Santo Domingo de la Calzada... "donde cantó la gallina después de asada". Milagros aparte, esta localidad es una visita de lo más recomendable por su casco viejo, su muralla, la torre y por supuesto, la catedral. Fue en esta última donde la leyenda del milagro roza el colmo: en un rincón de su interior te encuentras con una especie de celda en lo alto de uno de sus muros, donde tienen a un gallo y a una gallina verdaderos. No creo que haya muchas catedrales en el mundo con animales viviendo en su interior. Hay que reconocer que tienen un plumaje de lo más lustroso para tener más de mil años...
El gallo y la gallina en su peculiar corral
Para Clara, José Miguel e Isabel, compañeros de viajes "redondos"
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