martes, 8 de febrero de 2011

RESACÓN EN LA CALDERONA

 Una vez más, el afán de no perderme ningún plan del fin de semana me llevó a una poco recomendable situación: hacer una ruta de senderismo habiendo dormido únicamente 4 horas. Tras la citada noche de la croquetada, me levanté a las ocho de la mañana somnoliento y algo resacoso. Cualquiera hubiera desestimado el plan matinal y se hubiera quedado durmiendo, pero me apetecía ir a la Calderona con mi hermano Carlos y mi sobrino Martí.

 Hace exactamente una año fui a la Calderona con los amigos para subir hasta la cima de Rebalsadors. En esta ocasión, la cima elegida era un poco más baja y aunque su nombre es la cima de la Rosa, es más conocida por ser la que tiene la torre de observación forestal.
 Una vez emprendimos la ruta por la pista forestal desde el monasterio de la Cartuja, comprobé que no era el único somnoliento del grupo. Martí es un niño capaz de subir una montaña dormido y haciendo eses, algo peligroso teniendo en cuenta la de bicis de montaña que bajan por la zona a gran velocidad. A mí el café me espabiló bastante e hice el camino de ascenso con bastante buen ritmo. Cuando ya nos acercábamos a la cima, mi hermano optó por una vía alternativa más rápida. El camino en cuestión era subir por un tramo sin senda alguna y gran abundancia de matorral espinoso. Entre las espinas y un pequeño incidente con un bastón de senderismo, Martí llegó a la cima pensando por qué demonios su padre y su tío se empeñaban en subir una montaña un domingo temprano.

 Una vez arriba, el bocata del almuerzo (junto con sobras de croquetas) y la espectacular vista, hicieron que Martí despertara al fin. Aunque imprudente y peligroso, ya que estábamos allí,  no pudimos evitar aprovechar un agujero en la valla y acceder a la torre de observación para disfrutar aún más de la soleada vista. 

 Desde la oxidada y deteriorada torre teníamos una privilegiada panorámica de la zona que mi hermano aprovechó para situarme geográficamente con todo detalle. Una vez saciados de aire puro y naturaleza, comenzamos el descenso por la pista forestal que no habíamos tomado al subir. Lo que tienen los descensos es el machaque que le das a las piernas para ir frenándote, por eso esta semana estoy notando unas ligeras agujetas. Durante la bajada, mientras mi sobrino caminaba tan campante, yo empecé a notar la falta de sueño, pues el café lo tenía ya por los pies y el almuerzo había sido un pelín excesivo. Así que cuando llegué a casa invertí el orden natural e hice primero una siesta y comí después.
 Aunque no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho, reconozco que para la próxima tendré que dormir antes un poco más. Además, estoy contento porque estoy amortizando por ahora el gasto económico en mi atuendo senderista y hoy mismo me he apuntado a una próxima cita: 20 de febrero, Penyagolosa con los compañeros del instituto.


2 comentarios:

  1. Es curioso que en Serra pueda hacerse algo que resulte divertido. Durante años he intentado conseguir eso sin éxito.

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  2. Reivindicamos la Serra d'Espadà como lugar plataforma de nuestra excursiones. Hoy, Castillo de Maur en Sueras.

    El clan de los Redondo ( Para que digas que José Miguel no escribe en tu Blog, aunque lo ha escrito Dani al dictado del susodicho)

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