SUPER 8 de J.J. Abrams
No sé si con buen ojo comercial o no, Steven Spielberg y el director J.J. Abrams han ideado hacer un homenaje a las películas juveniles de la década de los 80. De este modo ha surgido SUPER 8: una mezcla casi perfecta de E.T. y Los Goonies donde en ningún momento se esconde el pretendido tributo. Para muestra el cartel que la anuncia, al más puro estilo del grafismo ochentero.
SUPER 8 transcurre en la típica urbanización de casas unifamiliares sin vallas de separación con la acera, donde los chavales van en bici a todas partes y se comunican desde sus habitaciones con walky-talkies. Los protagonistas son un grupo de chicos de clase media, ignorados por la incomprensión de los adultos y que son testigos de un suceso extraordinario que les convierte en héroes de una aventura inimaginable en sus monótonas vidas. Así, aquellos que soñábamos con que nos pasara algo parecido a lo que vivían el Elliot de E.T. o la pandilla de Los Goonies, ahora pensamos que hace 25 años habríamos soñado con vivir una experiencia como la de SUPER 8.
Pero esta película no es solamente un homenaje a una época en la que los walkman y los juegos del spectrum eran lo máximo, también lo es a un modo de hacer cine juvenil donde los efectos especiales estaban al servicio de un guión más o menos trabajado, los personajes tenían una mínima definición y las historias eran narradas a un ritmo adecuado.
Para un espectador de mi edad, que creció con aquellas películas, SUPER 8 es una experiencia de regresión cinéfila que resulta convincente y simpática. Si quitamos a la película todo el aspecto pretendidamente nostálgico, nos queda una historieta muy entretenida, bien contada, con unos entrañables jóvenes actores y el toque justo de sentimentalismo sin llegar a empalagar. Lo único reprochable es que nunca llega al nivel de las películas que quiere homenajear y es que en sus buscadas intenciones quizás se olvide un poco de brillar por sí misma.
Ahora bien, mi temor por esta película es el público juvenil del 2011, a quien también va dirigida. Los chavales de hoy están acostumbrados a un tipo de pelis donde, salvo honrosas excepciones, desde el minuto uno se asiste a un chorreo de efectos visuales ofrecidos a un ritmo vertiginoso de imágenes y acción sin tregua. Por eso imagino a un chaval viendo la estupenda media hora inicial de SUPER 8, donde se introduce la historia y se presenta a los personajes como es debido, con el cubo de palomitas en una mano, el móvil en la otra y diciéndose a sí mismo: ¿Pero aquí cuándo salen los monstruos?... Espero que no ocurra así y también capte al que indudablemente es su gran público.
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