El martes pasado tuve la oportunidad de asistir al ensayo general de "Tres sombreros de copa" en el teatro Talía de Valencia. Esta obra de Miguel Mihura escrita en 1932 pero no estrenada hasta los cincuenta, está considerada como una de las obras cumbres del teatro humorístico español o del llamado humor del absurdo. Yo no sé muy bien si es que hay que contextualizar el texto en su época o bien si es que la puesta en escena no fue la más acertada, pero sinceramente y con todos mis respetos, me aburrí y mucho. Salvo dos o tres intérpretes realmente graciosos, el resto dejó bastante que desear y la supuesta comicidad me pareció anticuada, acartonada y rozando lo infantiloide, así como los pequeños incisos musicales, simplemente cutres. He podido ver representaciones de otras obras de Mihura como "Maribel y la extraña familia" que han aguantado mucho mejor el paso del tiempo y en teatro no soy un espectador precisamente exigente. Por eso me extraña que sea ésta la segunda temporada de la obra gracias al enorme éxito del año pasado, como también me extraña que el director (según ponía en el prospecto) haya realizado una adaptación desde la óptica de la actualidad, algo que yo no percibí por ningún lado. En fin, para gustos...colores.
Al día siguiente asistí a la representación de la última obra de Els Joglars. "La cena", escrita y dirigida por Albert Boadella, es una obra que carga contra todos aquellos que se afanan en presumir de lo políticamente correctos, solidarios y progresistas que son cuando en realidad lo que prima es la hipocresía y la frivolidad. La obra se centra en el tema de las políticas medioambientales sobre el cambio climático y aunque su argumento pueda parecer disparatado, el mensaje está cargado de sentido común. Por mucho que antepongamos el prefijo eco- o bio- a todas las palabras de nuestro léxico que podamos, no vamos a conseguir que cese el retroceso de los glaciares. Del mismo modo, por muchos ministerios que se creen, si no se deja de lado el populismo y la ostentación para realmente predicar con el ejemplo o simplemente actuar, nunca se conseguirá nada. Aunque algún momento surrealista parece algo pasado de vueltas, el conjunto es ingenioso, sarcástico y muy divertido. También es destacable que el elenco de actores con Ramón Fontseré a la cabeza, interpretan magníficamente varios personajes. Así pues van circulando una estrambótica galería de personajes que van desde una ministra de medioambiente, un juez, un esquimal, una mujer de la limpieza, hasta Galileo o el mismo Dalai Lama. Muy recomendable.
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