Mi amigo Paco nunca entiende qué es lo que se valora cuando se premia el sonido de una película. Admito que no soy ningún entendido en la materia pero imagino que mezclar y combinar los distintos sonidos de una escena dando la importancia necesaria a cada uno, debe ser un trabajo complicado. Ahora bien, tampoco tenemos criterio para decir cuándo una película tiene un sonido malo o, lo que es peor, qué hace que una película tenga mejor sonido que otra. Esta última afirmación hace que muchos premios de este tipo sean bastante absurdos y parezca que al final se premie a la película que en general haya gustado más, independientemente de si cuenta con más o menos disparos o explosiones.
Este hecho que como espectadores nos resulta tan poco relevante es la clave del récord ostentado por un señor llamado Kevin O'Connell. Este mezclador de sonido nacido en Long Island en 1957 es un respetado profesional en la industria del cine norteamericano. Su talento mezclando sonidos ha quedado patente en películas como "Top Gun", "La roca", "Armmaggedon" o "Spiderman", pero su título como mayor perdedor de la historia de los premios Óscar, ha eclipsado su innegable labor profesional. O'Connell ha sido candidato a este premio en 20 ocasiones desde 1983 y nunca ha tenido el honor de levantarse a recibir la famosa estatuilla. Puede que el hombre tenga mala suerte o que la clave sea estar en la película adecuada de ese año. El caso es que en muchas de esas 20 opciones, su candidatura es la única de la película en cuestión, lo que demuestra que el tío en lo suyo vale mucho.
Me imagino a O'Connell poniéndose el esmoquin cada año con resignación, albergando una mínima esperanza al pensar que puede que este año sí sea su año. Le imagino pensando que en vez de alquilar cada año un esmoquin sería conveniente comprarse uno de estilo clásico, atemporal, para no tener que perder tiempo cada vez en buscar uno nuevo. No sé si O'Connell está casado o no, pero después de 20 vestidos diferentes, su mujer ya estará pensando que si va repitiendo modelo tampoco nadie va a darse cuenta. Ningún fotógrafo se detiene en la mujer de un mezclador de sonido... O a lo mejor los O'Connell están hartos de ir a la dichosa ceremonia para poner una sonrisa pétrea y ver subir a un novato que ha trabajado en la película triunfadora de la noche porque es sobrino del productor.
Quizás los O'Connell ven la gala desde su sofá, con la mantita. Junto a ellos, en la mesilla, un teléfono móvil repleto de cariñosos mensajes de ánimo. Los O'Connell se cogen fuertemente de la mano cuando le toca el turno al premio del mejor sonido. Es en ese tenso momento cuando les asalta el terrible arrepentimiento de no haber acudido, al pensar que esta vez se va a romper la maldición. Pero en unos pocos segundos la triste realidad les devuelve al calor de su hogar. El matrimonio se mira con una media sonrisa de consuelo y piensan mutuamente: "otro año será". Apagan la tele y vuelven a dejar la botella de champagne en la nevera, que ya es muy tarde y mañana hay que ir a trabajar en una nueva y estruendosa superproducción.
No sé si O'Connell ganará algún día, pero lo que sí puede es dejar de tener su nefasto récord: hay un compañero suyo, Greg P. Russell, que lleva 14 candidaturas sin premio... Tendrá que afinar mejor con las explosiones si no quiere destronar a nuestro Kevin.
Qué razón tienes en el artículo. Pobre señor O'connell. Quizás sea el primer caso que algún año le den un Oscar Honorífico a un técnico de Sonido. De todos modos, el problema es que, a pesar de esas 20 Nominaciones, nunca está en las películas más relevantes de cada año (con la excepción de "La fuerza del cariño" y "Memorias de una geisha").
ResponderEliminarInteresante tu blog. Lo seguiré a partir de ahora.
Saludos
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