Un bocazas es una persona encantada de conocerse a sí misma, por eso suelta opiniones con seguridad y un tono de voz más elevado de lo normal, pues considera generoso que sus sentencias lleguen a todos los oídos posibles. Su incontenible verborrea abarca un amplio ramillete de comentarios: análisis pedantes, frases pretendidamente agudas, obviedades aplastantes, inoportunas meteduras de pata, opiniones políticamente incorrectas (como aquellas que empiezan por "yo no soy racista pero..") o simplemente soberanas estupideces. Son especialistas en dejar patente sus virtudes en todo tipo de lugares pero quizás su área preferida son las colas, y a ser posible, las colas de un cine. En ocasiones simplemente pretenden impresionar a su acompañante, lo que puede llegar a excusarse. Otras veces, sencillamente, forma parte de su naturaleza.
En estas situaciones, sus comentarios atacan por la espalda, salpican tu nuca y rara vez puedes poner cara al sujeto en cuestión. Quizás esta escena de "Annie Hall" sea la que mejor refleja este momento, sobre todo por el gustazo que da ver su desenlace.
También hay que reconocer que nadie es perfecto, que todo es relativo, y eso me lleva a una preocupante conclusión: probablemente lo que más miedo da de la existencia de los bocazas, es que existe la remota posibilidad de que alguien ajeno a ti y en alguna ocasión, haya pensado que tú estabas siendo uno de ellos... Quién sabe.
la escena es muy graciosa
ResponderEliminarpero sí, la verdad es que hablar con la boca grande es un vicio muy tonto y un pecado muy tentador
yo, afortunadamente no tengo ninguna duda, estoy totalmente seguro de que el 90% de las veces que hablo hay alguien que SABE que soy un bocazas...
pero bueno, para otras cosas yo la verdad, prefiero la gente que dice lo que piensa a la que se lo calla...
un abrazo