jueves, 27 de agosto de 2009

Escapada












Siempre que el bolsillo lo permita, unas vacaciones necesitan de un viaje, por pequeño que sea. No es necesario tampoco cruzar ningún océano ni hacer grandes preparativos ni reservas. Sin otra ambición que la de dejarnos llevar, salimos rumbo a Asturias pasando previamente por Ávila, Salamanca y Zamora.
Avila gustó, aunque no entusiasmó. Estuvo bien que fuese la primera, así la ilusión del primer día evitó comparaciones posteriores. Lo lógico sería dejar para el recuerdo su muralla, pero me voy a permitir la bestialidad de quedarme con el chuletón. Lo siento. Y es que después vino Salamanca, donde pasamos la primera noche y el día siguiente. De Salamanca me quedo con todo: su impresionante Plaza Mayor, la catedral y todos y cada uno de sus rincones. Creo que después de San Sebastián es la ciudad más bonita de España. De la monumentalidad de Salamanca pasamos a Zamora. Zamora fue la sorpresa: su enclave junto al Duero, la catedral , el hábilmente conservado castillo y su centro histórico, nos dieron para algo más de dos intensas horas de visita relámpago.
Tras atravesar un túnel de camino a Asturias todo cambió de repente: bajó la temperatura, nos invadió la niebla y el paisaje pasó de llano y seco a verde y montañoso. Estábamos llegando. En una aldea de montaña llamada Barrea, situada junto a un lago y muy cerca de Oviedo, nos esperaban nuestros anfitriones: Elena y sus padres, Ricardo y Ángeles.
A partir de ese día nos dedicamos de lleno a la región asturiana: Oviedo, una ciudad elegante y detallista, muy cuidada o Avilés, con sus calles y plazas porticadas y su estupendo parque. Aunque nuestro objetivo principal fueron las playas: hicimos una ruta por las playas de la parte más occidental de la provincia, asombrados por los impresionantes acantilados y playas donde el bosque frondoso (no un simple pinar con algún arbusto) se confunde con la arena y donde ningún horrendo bloque de apartamentos interrumpe la visión del paisaje en ningún momento. Entre playa y playa se encuentran pequeños pueblos pesqueros como Cudillero o Luarca, de obligada visita. Nuestra única incursión en la parte más oriental fue la experiencia más divertida del viaje: bajar en canoas el río Sella desde Arriondas a lo largo de 16 km. Seis horas remando con paradas para reponer fuerzas, algún accidentado momento y sobretodo un paisaje increíble.
En un viaje no sólo se disfruta del paisaje, también tenemos la gastronomía. La sidra y su ritual al que nos adaptamos enseguida con algún que otro percance, los pasteles como los carballones o platos como el Cachopo, nos han hecho venir con algún kilo de más a Valencia.
Lo bueno de ir a todos los sitios con alguien de la zona es que no solamente te quedas con lo que se pretende que perciba un turista. Además de estar mejor informado a la hora de elegir un sitio u otro tienes un punto de vista interno que te hace conocer y comprender mejor la tierra que estás pisando.
En definitiva, ha sido una fantástica semana en la que todo ha salido perfecto: el clima ha acompañado cuando lo hemos necesitado y los días han cundido más de lo que teníamos previsto. Aunque es cierto que uno deja Asturias con la sensación de que queda mucho más por ver. Tendré que volver. Aquí dejo la ruta del viaje.
Día 1: Valencia-Ávila-Salamanca
Día 2. Salamanca-Zamora-Barrea-Oviedo
Día 3: Barrea-Avilés-San Juan de Nieva-Xagó-Cabo Peñas-Perlora
Día 4:Barrea- Cudillero-Cadavedo-Otur-Luarca-Oviedo
Día 5: Barrea-Arriondas-Descenso río Sella-Ribadesella
Día 6: Barrea-Oviedo
Día 7: Barrea- Madrid (Ikea)-Valencia.
Gracias a Alfredo por sus fotos, a Paco por los vídeos y por su GPS incorporado y a Elena por su generosidad. Gracias a los tres por ser unos inmejorables compañeros de viaje. ¡PUXA ASTURIES!

1 comentario:

  1. Me encantan las fotos creativas.
    Recuerdo que en 'Vacaciones en el mar' abusaban de mirar al horizonte en cubierta...
    :P

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