jueves, 14 de abril de 2011

OSKAR, EL TAMBORILERO



ESCENAS MEMORABLES 11: 
Era bastante pequeño cuando vi por primera vez "El tambor de Hojalata" (Volker Schlöndorff, 1979, basada en la novela de Günter Grass) y evidentemente, no entendí casi nada. Lo que sí me llamó la atención en esta  película es el extraño físico de su joven  protagonista, David Bennent: un niño de pequeño tamaño pero con cara de parecer mucho mayor. Bennent nació en Suiza y era hijo de un reputado actor teatral y una bailarina. Mis apreciaciones no iban desencaminadas porque el joven actor tuvo realmente problemas de crecimiento, de hecho tenía 12 años cuando interpretó al pequeño Oskarcito, un niño que decide dejar de crecer el día de su tercer cumpleaños, cuando le regalan un tambor de hojalata.
 La actuación de David Bennent en la película no estuvo exenta de polémica, ya que, aunque mentalmente el personaje de Oskar crece, su cuerpo sigue siendo pequeño. Este hecho dio pie a alguna escena subida de tono en la que participaba el chaval de doce años con una actriz de 19, lo que supuso una controversia que no impidió que la película fuera un éxito internacional y recibiera la Palma de oro en Cannes y el Óscar de Hollywood.
Bennent en "Legend"

 Años después vimos a Bennent un poco más crecido y con orejas puntiagudas en "Legend" (Ridley Scott, 1985) y a partir de entonces sus trabajos en cine han sido escasos, pero ha desarrollado una sólida carrera teatral en su país. Hoy en día su peculiar físico ya no es tan llamativo y simplemente es un actor de baja estatura. Aquí tenemos muchos de esos y muy buenos.

David Bennent en la actualidad

 He vuelto a ver "El tambor de hojalata" en varias ocasiones y siempre descubro nuevos detalles y simbolismos que hacen que se confirme como una de las grandes películas de mi selecta colección.
 La historia de Oskar es la historia de Gdansk, ciudad que visité este verano y cuya región supuso un tira y afloja entre la Polonia invadida y la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto está representado en las figuras del padre de Oskar, simpatizante nazi, y su tío Jan, polaco y amante de la madre, lo que da a entender al espectador que sea su padre verdadero. Oskar y su tambor rojiblanco (como la bandera polaca) serán testigos de todo tipo de vivencias del mundo de los adultos al que él se niega a pertenecer y rechaza con sus agudos chillidos.
 Podría poner decenas de momentos geniales de esta película, pero en la red he encontrado éstos:
 En la primera escena, la madre de Oskar le deja un momento en la juguetería del judío Markus para tener un encuentro furtivo con Jan. Oskar se escapa y sube con su tambor a lo alto de una torre desde donde con su singular grito, consigue romper las cristaleras de un gran edificio:   VER ESCENA 1
 La segunda ocurre en una festiva concentración del partido nazi: Oskar se cuela por debajo del escenario y con su tambor hace perder el compás a la orquesta con el consiguiente enfado de los militares. El ritmo del tambor de Oskar consigue de manera surrealista que todos los asistentes pasen de alzar el brazo con el saludo fascista a bailar un multitudinario vals: VER ESCENA 2
 Así pues, en mi sana intención de que veáis mis pelis favoritas, espero que con estas dos muestras os haya picado el gusanillo y os apetezca disfrutar de ella. La última vez que la recomendé no tuve demasiado éxito, pero yo insisto en que es una maravilla de película.


5 comentarios:

  1. Yo me leí la novela, pero he de reconocer que salvo el simbolismo que apuntas, no entendí casi nada, especialmente al final, cuando lo del sanatorio y todo eso.

    ResponderEliminar
  2. Es muy reciente la inquietud que tuve por ver esta película, que también apenas acabo de hallarla en "la Red".Confieso que todavía no la vi. Y por tu comentario y otros que he recabado, además de por su origen (Günter Grass mediante) y por quien la llevó al cine, creo que me encontraré con una obra cinematográfica mayor. Amen.
    Fraternalmente, "Nachoeska"

    ResponderEliminar
  3. Creo que hay que reincidir, compañero.
    Yo no leí a Günter Grass (aunque sé de su existencia y de su obra desde que yo mismo me conozco como lector...) y tampoco he visto, todavía, la película. Pero no me desanima tu comentario. Es más, en vista de lo que apunta el administrador del sitio y de lo que tú mismo dices, me pondré en guardia y haré lo posible porque mis neuronas trabajen "a full". Lamentaré mucho verme obligado a darles la derecha. Pero no me sentiré rendido. Reincidiré, ¡hasta responder, aunque sólo fuese a mí mismo, y con cierta decencia, a las apremiantes exigencias intelectuales, tanto del poeta como del cineasta que pergeñó la idea de llevar esa obra a la pantalla! Me consta que eso no será fácil, pero procederé del mismo modo que cuando me propuse entender, cierto día, hace ya muchos años, al encontrarme de sopetón con Bergman, un tipo al que se le había ocurrido ofrecernos, a todos los humanos pensantes, El Séptimo Sello. Hasta hoy, nunca me ha resultado fácil explicar, ante mis preguntones amigos,tamaña urdimbre intelectual...
    Te saludo fraternalmente y quedo ahí, pendiente de tu respuesta.
    Nachoeska

    ResponderEliminar
  4. Estuve buscando ésta película por un buen tiempo, hasta que di con ella. La vi cuando era pequeña,y me llamó la atención tanto el físico del pequeñito, como la forma en que quebraba los cristales cada vez que emitia ese chillido!!. La acabo de ver hace un momento, y estuve buscando en Google sobre el actor, quien verdaderamente era un niño,porque quería salir de dudas de si en realidad se trataba de un niño o un enanito. Impresiona que haya tenido al momento de grabar la película, 11 años, puesto que hay escenas muy subidas de tono con él, principalmente. El actor ya adulto, es muy atractivo, debo decir...se parece mucho a una persona que conozco, y a quien llamaba: "Mi Elfo".

    Excelente película!!

    ResponderEliminar
  5. Sin duda una de las mejores películas de todos los tiempos

    ResponderEliminar