jueves, 19 de enero de 2012

QUEJAS REPRIMIDAS


En las últimas semanas, los medios de comunicación, las redes sociales y el correo electrónico me han sepultado con un sinfín de noticias, estadísticas y multienvíos que auguran un inestable futuro para el gremio de la enseñanza. Hoy en día es muy difícil no enterarte de lo que pasa con tanta tecnología al alcance de todos, pero aunque es bueno y necesario conocer todo este tipo de informaciones, he experimentado un pesimismo que me ha hecho sentirme saturado de tanto mal rollo. Harto de ir por la calle sin ver la luz por la sombra de una tijera gigante que va a caer de forma inminente sobre nosotros, he descubierto que parte de este desasosiego se debe a cierto complejo que sufrimos muchos profesores de la enseñanza pública. Me he dado cuenta que llevo años justificando ante los demás las ventajas de mi trabajo, aguantando desprecios, sentencias llenas de ignorancia, cargando con culpas que no son mías y reprimiendo la más mínima queja porque he llegado a pensar erróneamente que no tengo derecho a ello. Pues sencillamente ya me he hartado. No pretendo ni muchísimo menos dar lástima, y aunque he ido a algunas manifestaciones para expresar diversos desacuerdos,  a partir de ahora me voy a quejar de verdad y sin miedo por lo que no me parece justo. Para explicarlo, os pido que dediquéis unos minutos a este texto que no es más que un compendio personalizado de todos los mails que he recibido estos días:

 En los engañosos tiempos de la burbuja inmobiliaria yo estudiaba con constancia unas oposiciones mientras trabajaba de interino. En esa época, la construcción y múltiples trabajos derivados de ella dieron trabajo a mucha gente que cobraba nóminas con abultados añadidos en negro que me dejaban como un "pringao" que no hacía más que estudiar. La falsa bonanza económica no hacía más que crecer, mientras en mi comunidad se empezó a derrochar dinero en grandes fastos y eventos que eran jaleados por la mayoría de los votantes y que sólo enriquecieron a unos pocos. Con mis primeros sueldos me metí en una hipoteca de 30 años para independizarme en un modesto piso y fue en 2008 cuando la palabra crisis empezó a estar en boca de todos. Las políticas torpes con parches e improvisaciones no hicieron nada para mitigarla y  empezaron a gotear casos de corrupción hasta convertirse en una auténtica cascada. Yo conseguí superar las oposiciones y obtener una plaza fija como funcionario en la enseñanza pública en medio de un panorama desolador. Aquellos que aprovecharon la burbuja ahora estaban en el paro y si antes me llamaban "pringao" ahora me decían que no me podía quejar porque yo tenía trabajo. 
 Uno opina que hay muchas cosas que reducir antes que servicios públicos tan esenciales como la enseñanza y la sanidad, por ejemplo: sueldos vitalicios, la cantidad de asesores que rodean a los políticos, dietas y viajes de los mismos, las diputaciones, el senado...  Pero parece que no, es mejor subir el IRPF, reducir y eliminar trienios y sexenios para así contribuir a pagar una crisis que yo no he generado y un derroche del que nunca me beneficié porque preferí desgastar mis codos. Ahora estoy destinado con carácter definitivo a 150 km de casa con los gastos que eso conlleva. En el centro donde trabajo nos deben dos cuatrimestres de aportación económica lo que está poniendo en peligro las condiciones mínimas de trabajo con los alumnos, por ejemplo, disponer de luz eléctrica. A nadie parece importar lo vital que es una enseñanza de calidad para la sociedad futura, ya que los que se burlaban de mis horas de estudio y posteriormente me prohibieron cualquier queja, ven bien que se recorte a los funcionarios. Ven bien que mis compañeros interinos no vayan a cobrar las vacaciones porque sí ; ven bien que se tarde dos meses en mandar un sustituto, cuando lo mandan, y ven bien que se masifiquen los grupos retirando personal e impidiendo grupos de refuerzo, en detrimento general de la calidad educativa. Además, queda la duda de si cuando todo se restablezca algún día, se acordarán de lo que nos han quitado.


No es justo que buena parte de la sociedad nos odie. ¿Qué os hemos hecho nosotros? ¿Es por nuestras generosas vacaciones? Sinceramente a mí no me importaría trabajar en julio con o sin alumnos y os aseguro que de eso nunca me quejaría. ¿Por qué no en vez de apuntarnos con el dedo os unís a nosotros? ¿Por qué no pensáis que en cualquier caso los perjudicados son los jóvenes a quienes se les está limitando sus posibilidades? Creo que va a ser la primera vez que una generación futura lo tenga más difícil que su predecesora. Mientras, en Google seguirá apareciendo el término "vago" o "culpable" asociado a la palabra "funcionario"... Un cliché por el que nunca me he sentido aludido.


 Si has leído hasta aquí y todavía piensas que no me debería quejar de nada porque tengo trabajo, que sepas que lamento tu situación sea cuál sea, pero he decidido seguir quejándome. Por lo menos disfruta con este vídeo y disculpa si te he hecho perder el tiempo:



1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo contigo Luis. Los verdaderos culpables de esta crisis no han sido, y por lo que se intuye, ni serán castigados, ni tendrán que asumir sus responsabilidades y mucho menos indemnizar o devolver el dinero que han robado.

    De una clase política indignante, no importa el color, apenas han salido unos cuantos gusanos de la manzana podrida en la que se ha convertido nuestro sistema de gobierno autonómico y estatal, pero dentro estoy convencido de que hay más, muchos más.

    Sin embargo, mientras la filosofía de vida de la gran mayoría de españoles siga siendo la del pícaro de "El lazarillo de Tormes", las cosas no van a cambiar.

    ResponderEliminar