domingo, 20 de febrero de 2011

ESPECTACULAR PENYAGOLOSA


 Siempre me he reído con mi amigo Alfredo del uso entusiasta que hace del término "espectacular". Cuando hoy divisaba la vista desde la cima del Penyagolosa, he pensado que Alfredo diría que es espectacular y no le faltaría razón. Ninguna de las fotos que he hecho desde allá arriba consiguen retratar la grandiosidad de la vista, así que tendréis que subir sus 1813m sobre el nivel del mar para comprobarlo. Por cierto, que siempre había pensado que era el pico más alto de la región y resulta que el Cerro Calderón del Rincón de Ademuz le gana por unos metros.
 La novedad de la excursión de hoy ha sido la compañía: resulta que me he ido a esta ruta con los compañeros de mi actual instituto. Este año mi vida social en el centro no estaba siendo muy fructífera, sobre todo si la comparo con institutos anteriores. Por eso no dudé en poner mi nombre en la lista que un compañero colgó en el corcho de la sala de profesores. La verdad es que lo he pasado muy bien, tanto en la excursión en sí como en el largo trayecto en coche donde, básicamente, nos hemos desahogado bien a gusto de las diversas tensiones semanales.
 Una vez allí, suponíamos que podíamos encontrar algo de nieve, pero nadie imaginaba que en algunos tramos nos podía llegar hasta las rodillas. Durante el ascenso, la vegetación iba siendo cada vez más diversa y abundante y la nieve, cada vez más espesa.

Había que ir fijándose bien para pisar las huellas del que iba por delante y tener mucho cuidado en los tramos de hielo resbaladizo. Hemos ignorado la pista forestal y hemos hecho toda la subida por senda, todo un acierto. Tras una breve parada para almorzar a mitad camino, hemos encarado la empinada y blanqueada parte final hacia la cima. Menos mal que mi amiga María me regaló una botella de "powerade" para que mis fuerzas no flaquearan en ningún momento.

¡Peligro!

 Como he contado antes, una vez coronas la cima te das cuenta de la magnitud y la belleza del paisaje. Todo un espectáculo para la vista...
 Claro está que si subir pisando terreno resbaladizo puede ser peligroso, imaginad lo que será bajar. Quizás ha sido el momento más desternillante por el gran número de caídas del personal, algunas de ellas en serie. Una vez compruebas que caer sobre la nieve no es muy doloroso, aunque sí frío, prácticamente te dejas llevar por la gravedad. Eso sí, he comprobado las ventajas de ir con bastones de senderismo, así que para la próxima no me van a faltar.

Orgulloso tras finalizar el descenso

 Con algo de retraso hemos llegado al punto de partida: la ermita de Sant Joan de Penyagolosa, que incluye un edificio anexo con un restaurante donde nos han servido riquísimos y energéticos platos como "olleta", manitas de cerdo, conejo confitado, carrillada de cerdo etc.
En definitiva, un día estupendo del que sólo me queda el temor a que mañana vaya por el instituto dolorido por las agujetas. Por supuesto , no me pienso perder la próxima cita a finales de marzo en el Mondúver, donde hemos pactado que llevaremos una bandera del instituto para clavarla en la cima... Bueno, primero se tendrá que hacer la bandera. Ya veremos cómo.


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