lunes, 19 de septiembre de 2011

MUÑECOS QUE SE ENFRENTAN A LA VIDA ADULTA



 Ante la idea de ver un musical protagonizado por marionetas te asalta el prejuicio de pensar si va a ser demasiado infantil. Conscientes del riesgo que esto supone, Avenue Q advierte en su anuncio que no es un espectáculo para niños y se encarga de acompañarlo de adjetivos como "gamberro" y "original". Una vez visto, desde luego para niños no es. 
 Desde sus primeros minutos, se observa un empeño de sus creadores en dejar bien clarito que su show está destinado a un público mayor de edad. Ahora bien, esa insistencia consigue a veces el efecto contrario y por momentos lo único que me transmitía era esta sensación: "Marionetas que dicen tacos y hablan abiertamente de sexo... ¡Uy que transgresoras! ¡Qué malotas! Parecía fácil e incluso infantil pretender ser irreverente de forma tan forzada. Afortunadamente, esto sólo queda en una inicial declaración de intenciones y luego la obra fluye y va ofreciendo al espectador una historia muy entretenida. Así que mi precipitada opinión negativa se fue diluyendo poco a poco.
 En Avenue Q un grupo de jóvenes coincide en un barrio de Nueva York y comparten sus sueños y frustraciones ante el abismo que les supone enfrentarse a la vida adulta: la del compromiso, las facturas y la responsabilidad, entre otras cosas. Algo así como si los muñecos de Barrio Sésamo con los que crecí, se dejaran de diferenciar entre "cerca" y "lejos" y se dieran de bruces con la más dura realidad.
 Los números musicales están bien resueltos y las canciones son más que aceptables dentro del género. Cualquier altibajo de la obra es más que salvado por un genial elenco de jóvenes intérpretes que además de cantar fenomenal, están realmente graciosos. Por si alguien no sabe cómo es la puesta en escena, los actores que manejan marioneta no esconden su rostro, de modo que su cara interpreta lo que a veces el muñeco no termina de expresar.
 En definitiva, un par de horas divertidas que supusieron un broche perfecto para el fin de semana. Aunque para algunos sería un defecto, hubo un gracioso momento en el que a una de las actrices le entró la risa contagiando a sus compañeros y al público. Al final sacaron la escena adelante entre aplausos... La verdad es que el público del Olympia estaba muy entregado. Para los que tengáis ganas de verlo, lamentablemente, ayer fue el último día en Valencia.

     

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